La rodilla de Tati



¿No sabíais que debo ocuparme 
de los asuntos de mi Padre? 
Lucas 2,49 

El Teatro del Sótano (*), regularmente, recibía grupos de estudiantes en horas de la tarde/noche. Se hacía entonces densa y misteriosa su atmósfera, motivo por el cual le recuerdo entre murmullos inexplicables así como indescifrables algunos pasajes que aun revuelven mis pensamientos. Uno de estos viene raudo a mi memoria, de cuando quise acercarme aun más a la investigación corporal. 

Fue así que propuse al grupo una búsqueda como la plantea Eugenio Barba, en secuencias de movimientos de naturaleza repetitiva, buscando un centro, un eje que, físicamente, diera con el torrente de la movilidad corporal, abarcando también lo emocional y lo mental: el muy deseado equilibrio. ¿Grandilocuente?... Al parecer, para Tati, participante del taller de teatro y estudiante de medicina veterinaria, fue más que eso, pues su impecable trabajo disciplinado, estético y sustancioso, removió cierto espectro favorito de lo profano en el teatro, para hacerse visible en momentos inesperados. Muy cierto es que Tati, preocupada en su búsqueda, seleccionó para su ejercicio de rutinas de movimientos, el muy conocido monólogo de la dramaturgia shakesperiana «Ser o no ser… Esa es la pregunta…» 

En la clase se plantea, para esto, el estudio corporal con incentivos rítmicos percutientes y el parlamento del personaje Hamlet se va ciñendo a la repetición de movimientos; es entonces cuando cierta anomalía abre surco en Tati, manifestándose con virulencia en las cercanías del estreno. De esta forma, cuerpo aparte, una descomunal inflamación en una de sus rodillas, aparece impidiéndole cualquier ejecución, por dolorosa e incapacitante. 

Necesitando armonizar esa rareza, me atrevo a preguntarle: ¿Tienes algún problema con tu padre? ¿Están de acuerdo en casa con tu participación en esta clase? Quedo atónita cuando los hechos me revelan un patrón mental de corte patriarcal en el cual la sombra del padre, al igual que en Hamlet, hace aparición en la alta torre de su cabeza medrando en dolorosa inflamación desde su rodilla derecha, mientras la voz del espectro va susurrando al oído: 

«esa bestia adúltera e incestuosa, con la brujería de su ingenio y con dádivas traidoras, -¡ah, perverso el ingenio y los dones que así tienen fuerza para seducir!- ganaron para su vergonzosa lujuria la voluntad de mi Reina, tan virtuosa aparentemente» 

Tati escoge el monólogo donde Hamlet, Príncipe de Dinamarca, se debate entre la lealtad que le ha prometido a su padre (víctima de la traición, que le impulsa a la venganza) y un escape de tan cruel sufrimiento. Hamlet quiere vengarse y al mismo tiempo desea librarse de tan agobiante compromiso; y Tati quiere obedecer a su casa y sus dictados, pero su naturaleza histriónica le grita que se libere. Mientras no toma una decisión, la rodilla vela reteniendo ardiente humor que no consigue cauce: 

«Ser o no ser, esa es la pregunta. ¿Cuál es más digna acción del ánimo: sufrir los tiros penetrantes de la Fortuna injusta u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darles fin con atrevida resistencia?» 

Reconocido como un héroe trágico, Hamlet es, según Ramos y Marimón, el personaje de la dramaturgia universal que más ha sido versionado y adaptado para el audiovisual, por encima de Hércules y Jesucristo. Desde los inicios del cine, en las primeras décadas del siglo pasado, hasta hoy, el estudio sobre este personaje hace que se le considere arquetípico en tanto representa la inquietud del ser humano frente a la muerte (esa gran desconocida) y la duda frente a la cordura, de cuya absoluta certeza nadie puede ser testigo, que en la humana condición los actos racionales van salpicados de la falta de juicio a la que nos conduce la emocionalidad y viceversa, la locura más extrema tiene sus destellos de luz razonable y entre una y otra la Verdad, aun extraviada, busca camino en el gran manicomio llamado Mundo. 

Denominada originalmente por su autor como La Trágica Historia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca nos refiere un género que, según Edward Wright, es la forma más antigua de dramaturgia y por tanto de escena: la Tragedia, de gran envergadura en su construcción, en donde se presenta a un protagonista de reconocida grandeza que lucha frente a obstáculos que le superan en fuerza y en rigor. El conflicto se plantea frente a los Dioses, frente a algún cuestionado linaje o frente al entorno, al ambiente. Retadora en modo superlativo para la realización cinematográfica. 

Versiones fílmicas interesantes y exaltadas con nominaciones y premiaciones son: 1) La versión protagonizada y dirigida por Sir Lawrence Olivier (1948 ByN) bastante fiel al texto original y de una belleza indiscutible. Esa lucha de opuestos: verdadero-falso, locura-cordura, vida-muerte, certeza-duda queda enfatizada en el trabajo de luces y sombras cuya realización la preserva como una gran obra de arte, alimentada con códigos muy teatrales y en la cual la actuación del protagonista es relevante en toda la producción. 2) En 1964, Grigori Kozintsev, director de origen ucraniano, realiza adaptación de Hamlet cuando se cumplían los 400 años de su publicación, proporcionándole a la cultura cinematográfica mundial una exquisita y fundamental obra de arte. 3) La versión dirigida y escrita por Franco Zefirelli (1990), con un reparto de actores muy reconocidos y cuya banda sonora estuvo a cargo del también reconocido Ennio Morricone. 4) La realizada por Kenneth Branagh (1996) quien la protagoniza y dirige 5) La versión hecha por Disney (1994): El Rey León, teniendo su base en Hamlet, transforma el género hacia lo dramático aminorando la sustancia trágica en el cambio de lo humano en felino y mezclando elementos argumentales de historias de personajes bíblicos cuyo impacto en las comunidades del continente africano, en términos sociológicos, es motivo de investigación, aun en estos días. 

Hamlet, como cualquier tragedia, somete al espectador a dos cosas: 1.-Compasión por quien sufre inevitablemente y 2.- Temor a ser alcanzado por una suerte semejante que deriva luego en la purificación o catarsis. El público puede experimentar, luego de ver una tragedia, una purga emocional, dado que en este género el o la protagonista vive la derrota que le conduce con posterioridad a un sitial de iluminación. 

Cuando las crónicas recogen que, en los inicios del cine, la crítica consideraba imposible llevar una obra como Hamlet a la pantalla grande, se entiende por la longitud del texto que da para más de 4 horas de montaje. También porque jamás se creyó en la posibilidad de tomar sólo lo que es esencial o que, de una obra compleja, profunda, llena de detalles, de contexto avasallante, pudiérase contar sólo una parte. Vemos así como, en el tema de las adaptaciones, la película vive sobre el cadáver de algún retazo importante del original. 

No obstante, es hermosa la tarea de presenciar esta obra de arte, primero escrita, representada y después filmada (en numerosas versiones), para luego cuestionar, analizar, hacer diferenciaciones conceptuales, técnicas, filosóficas entre el texto y la película. Contiene todo el disfrute que proporciona reconocer una historia con tantos matices, cuya carga simbólica es constantemente estudiada y referida en muchas expresiones de la cultura mundial; tan vigente que se le confiere especial lugar dentro de la literatura clásica y del séptimo arte, en donde lo más atrayente de este arquetipo «de la duda» para unos, «de la ambigüedad» para otros, es su cualidad de espejo, cuyo reflejo le demostró a Tati que jugando a representar ningún actor sale indemne, porque al interpretar un rol, quien actúa apuesta a decidir sin dudas, un salto al vacío que se ejecuta siempre como un acto de fe. En el caso de esta principiante, la resolución no fue diferente a la planteada en la obra de Shakespeare. 

Respecto al trabajo escénico referido al comienzo, a pesar de insistir en dos ocasiones, nunca se estrenó. Prevaleció el patrón familiar por el cual Tati sacrificó su gran talento histriónico y al igual que en la tragedia que nos ha ocupado, muere como Hamlet, sin reino, en el arrojo de preservar «el honor de su linaje», a la sombra de su padre. 

(*) Teatro de bolsillo que servía de aula para los talleres de ARTES ESCÉNICAS en la Dirección de Cultura de la UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO ubicada en Barquisimeto, Estado Lara- Venezuela.

Autora:
Francia Ortiz
franciazuleima@gmail.com 

Docente en Artes Escénicas. Actriz. Directora de Teatro. Especialista en Estudios Psico-físicos. Escritora, con acercamiento al guión de cine. Actualmente cursa estudios de Cinematografía en la Universidad Experimental de las Artes (UNEARTE) de Venezuela.

Bibliografía Consultada
GREENE, Liz. Astrología y Destino. Ediciones Obelisco. Colección Urania.- Barcelona España SHAKESPEARE, William. Hamlet.- Editorial Planeta. Barcelona España. Traducción de José María Valverde 
SHAKESPEARE, William. Obras Inmortales.- EDAF. Madrid España Traducción de Leandro Moratín RAMOS Jesús y MARIMÓN Juan. Diccionario del Guión Audiovisual.-Editorial OCEANO. Barcelona España 
WRIGHT, Edward. Para comprender el Teatro actual.-Fondo de Cultura Económica. México. Traducción de Marco Glanz. 

Habla McGuffin es un espacio de opinión sobre cine. El blog de Iribarren, como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, ofrece este medio para el planteamiento y la discusión de ideas con relación al séptimo arte. Sin embargo, las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad únicamente del autor.