Cuando
hablamos de héroes en el cine siempre nos referimos a los ya conocidos
personajes con poderes extraordinarios que inundan el cine comercial. Son
tantos que ya sus películas son protagonizadas por grupos de superhéroes que
conforman ligas de justicia para luchar contra el mal. Entre tantos personajes
que salieron del cómic para pasar por la televisión y finalmente llegar al
cine se encuentra la más reciente heroína de la pantalla grande, la Mujer
Maravilla. Pero no voy a referirme en este escrito a este personaje, ni a sus intérpretes
tanto en cine como en televisión. Como ya sabemos la Mujer Maravilla es un
personaje de ficción y sus intérpretes son solo actrices bellas y populares. Yo
quiero decir en esta nota que en el cine hay héroes de carne y hueso, sin
coloridas vestimentas, que enfrentan fuera de la gran pantalla y con valor
las circunstancias que impone la vida, en este caso, las dificultades poco
conocidas que implica el quehacer cinematográfico. Quiero hablar de una mujer
maravilla en el cine venezolano, y el título de heroína le cabe en buena medida
porque fue una mujer que con pasión y valor se adentró en el mundo de las cárceles
venezolanas para llevar el cine; me refiero a Livia Montes.
Tuve
el placer de conocerla en el año 2008 cuando vino a Barquisimeto a hablar de su
trabajo y mostrar un cortometraje resultado de la difusión cinematográfica
dentro de los centros penitenciarios. En ese entonces, fue invitada por el Cineclub Charles Chaplin donde conocimos de su valiosa labor a través del Cineclub
Waleker y por la cual le fue otorgado el Premio de Difusión Cinematográfica
2011, entre otros reconocimientos.
Fueron más de dos décadas utilizando el cine como herramienta para transformar a personas privadas de libertad y demostrar la importancia que tiene la difusión cinematográfica en el desarrollo cultural del país. Lamentablemente, Livia ya no está físicamente con nosotros pero su labor debe continuar de la mano de los difusores cinematográficos a través de todos los cineclubes de Venezuela. Su ejemplo también debe ser tomado en consideración por las instituciones culturales para apoyar mucho más la labor que desarrollan innumerables centros de cultura cinematográfica en el país.
La difusión debe ser reconocida como la principal herramienta para el desarrollo de la cultura cinematográfica. Se puede dejar de hacer películas en el mundo pero quedará un sinnúmero de obras realizadas por ver y analizar, y mientras exista el difusor cinematográfico el cine no morirá. Mientras existan héroes y heroínas como Livia Montes, el cine no morirá.
Fueron más de dos décadas utilizando el cine como herramienta para transformar a personas privadas de libertad y demostrar la importancia que tiene la difusión cinematográfica en el desarrollo cultural del país. Lamentablemente, Livia ya no está físicamente con nosotros pero su labor debe continuar de la mano de los difusores cinematográficos a través de todos los cineclubes de Venezuela. Su ejemplo también debe ser tomado en consideración por las instituciones culturales para apoyar mucho más la labor que desarrollan innumerables centros de cultura cinematográfica en el país.
La difusión debe ser reconocida como la principal herramienta para el desarrollo de la cultura cinematográfica. Se puede dejar de hacer películas en el mundo pero quedará un sinnúmero de obras realizadas por ver y analizar, y mientras exista el difusor cinematográfico el cine no morirá. Mientras existan héroes y heroínas como Livia Montes, el cine no morirá.
Autor:
Guillermo Chávez
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Fuera de foco es escrito por Guillermo Chávez. Iribarren Films publica este espacio como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, sin embargo, las opiniones emitidas en él son responsabilidad únicamente del autor.
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