El guionista, ¿qué escribir y cómo escribir?


Es innegable que el que busca ver una película, busca distraerse, evadir, enfrentar o gozar del texto fílmico. Las cantidades de sujetos que van a la sala o ven películas desde los dispositivos portátiles han ido en crecimiento. El guionista, a la hora de escribir, se encuentra de manera ineludible ante diferentes diatribas. ¿Escribo sobre mí, sobre lo que veo, ficciono? ¿Se relacionan entre ellas o se discriminan? Dicho ésto, está el tema de los manuales y las reglas. Que si el cine es arte o industria... 
No hay nada más temerario que el no hacerse la pregunta de qué hacer ante la hoja en blanco... peor es dejar de intentarlo todo que seguir un solo manual o una sola regla, aún si el escritor ha escogido el camino del texto artístico o el de la industria por la numerosa taquilla. 
Cuando se enfrenta a la construcción de los personajes, en mi opinión, vale todo y a veces casi nada. El momento «mágico» no llega solo. Llega con trabajo. Puedes leer, pintar, bailar, correr, tocar u oír música. Es decir, el creador puede conectarse con otras expresiones artísticas u otras actividades que le propicien la reflexión, porque el trabajo de la escritura empieza de un intercambio dialéctico en constante movimiento desde la idea hacia cómo abordar el tema hasta tener algo con que empezar; pero sí, tengamos en cuenta que la labor se inicia en la «cabeza» del sujeto mucho antes de teclear una palabra. Por ejemplo, yo escribo cuentos mientras escribo un guión, estén relacionados o no con la historia y por ahí veo que me funciona a la hora de ir escribiendo; sin embargo, y hay que hacer hincapié en ésto, investigar el contexto de los personajes es crucial. He ahí lo principal. Solo conocerás al personaje si investigas y allí que empezarás a «oír» su voz, ver su rostro, cómo camina, qué colores le gusta. Esta vía es necesaria. Todo relacionado con la narrativa y la historia, que son cosas distintas. 
Ahora el punto de la cultura, el espectador ideal o imaginario. Puedes escribir sin pensar en ellos o incluyéndolos. Esa opción, desde mi perspectiva, es ineludible porque, un guión aunque no se llegara a filmar, la escritura del mismo tiene que tener una sintaxis para todo lector de guiones: imagen y sonido en movimiento. El que lee pertenece a un contexto en específico, es por ello que a veces un proyecto es rechazado en un país y en otros no. En el mismo país en un año concursas y te rechazan y al otro año te aprueban el mismo proyecto. 
Por otro lado, siempre es bueno tener libros de cabecera. Leerlos y releerlos. Nunca te conformes con encontrar información que te diga: «que bien lo estoy haciendo o sigue así». Más bien, inclina la balanza hacia los que te pongan a dudar de lo que haces y te propicien nuevos dilemas y puntos de vistas. ¡¿Qué me cuesta entenderlo?! Bien, para eso están los demás. Recuerda que el cine es un acto colectivo y aunque la escritura es un poco solitaria, puedes intercambiar preguntas e ideas con allegados que estén en el camino. Algunos sabrán que decirte, otros no y otros pueden llegar a ser implacables. Escoger con quién compartes tu trabajo debe manejarse con cautela. Acepta las críticas sanas y constructivas, y hasta fuertes pero no aceptes las que no te aportan nada y lo que pretenden es destruir tu trabajo, sobre todo cuando estás comenzando. Busca reconocer tus habilidades y tus flancos débiles para que puedas encauzar tus preguntas. 
Recomiendo del libro de Michel Chion, «Cómo se escribe un guión» (1), el capítulo de los fallos del guión (para cometerlos mejor). También me estoy releyendo uno sobre Woody Allen, escrito por Eric Lax (2) y otro sobre John Cassavetes, de Ray Carney (3). Siempre es bueno leer textos de los propios creadores porque hay veces que los demás libros pueden ser conjeturas o análisis textuales, quizá válidos, pero interpretaciones al fin de una obra ya hecha. En nuestro caso, lo que queremos es saber cómo se llegó al objeto. Cómo el escritor dio con el punto que nos conmovió o qué lo conmovió a llegar a esa escena «transcendental». Hay películas por ejemplo que su gran propuesta está en lo que Robert Mckee llama la escena incitadora, que puede estar en algún punto del guión. Como por ejemplo, «Blue Jazmine» o «Match Point» de Woody Allen, ambos finales te redimensionan todo lo que viste anteriormente aún cuando el género de cada uno tienen sutiles o radicales diferencias según las perspectivas desde donde quieras analizarlas. También recomiendo leer guiones originales al corte final, es decir, el que se rodó más que el que se filmó y visualizar las escenas retiradas de la película estrenada. Eso también es muy útil. 
En fin, creo no existe una fórmula perfecta sobre cómo escribir. Algunos opinan que hay que escribir todos los días. A veces funciona. Hay veces que no. Lo importante es que lo que escribas, así sea una sola escena, te empuje para diferentes vías, pero que te mueva. Eso te llevará a reescribir y reescribir. He ahí el «click» con la escritura. 

  (1) Ediciones Cátedra. Signo e Imagen. 1997. 
  (2) Ediciones Debolsillo. Conversaciones con Woody Allen. 2009. 
  (3) Editorial Faber and Faber. Cassavetes on Cassavetes. 2001.

Autora:
ANDREA RÍOS

Licenciada en Artes mención cine. Es productora, guionista, directora y montadora en cine y TV. Es analista de guiones y tallerista. En dramáticos, fue directora de post producción, analista para estrategias promocionales y recomendaciones de marketing. En publicidad, como montadora de comerciales, campañas por una sexualidad asertiva en adolescentes y productos de marcas e institucionales. Escribe cuentos y es fotógrafa siendo publicada por el Celarg y ha publicado «Baño de paro», recopilación de una exposición colectiva de fotografía de la escuela Roberto Mata.
 
La Mirada de HAL es un espacio de opinión sobre cine. El Blog de Iribarren, como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, ofrece este medio para el planteamiento y la discusión de ideas con relación al séptimo arte. Sin embargo, las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad únicamente del autor.

GENTE DE CINE. Habla Luis Rodríguez

 
Luis Rodríguez, cineasta venezolano, comenta sobre su forma de abordar el trabajo con los actores. 
Fuente/Autor: 
HGRpro

No solo de espectáculo vive el cine: un llamado a la rebelión narrativa


Hola a todos, hoy me apetecía reflexionar sobre algo que me fascina, el cine. Esta industria, siempre cambiante y evolucionando, está intentando encontrar un equilibrio entre la tecnología avanzada, los gustos cambiantes de los espectadores y las expectativas de los inversionistas. Pero tengo una pregunta que me ronda la cabeza, ¿se está apagando la magia del cine de nuestra infancia con tanto bombardeo visual? 

Déjenme explicarlo con una analogía. Imagina un caramelo super dulce. Añádele más azúcar y se vuelve más goloso. Pero si sigues añadiendo azúcar, a pesar de que a algunos les encantará, a otros les resultará empalagoso. ¿No creen que el cine puede estar pasando por algo similar, saturando tanto sus películas que algunos espectadores lo encuentran indigesto? 

Echemos un vistazo a Guardianes de la Galaxia 3. Esta secuela, parte de un universo de películas conocido por sus tramas épicas, decidió centrarse en la historia de un solo personaje: Rocket Raccoon. Resulta que este enfoque ayudó a los espectadores a conectarse de forma más profunda con la historia y los personajes, y a pesar de su simplicidad, ¡resultó ser un éxito! 

Otro caso para ilustrar mi punto es Sound of Freedom. Esta película, con un presupuesto de solo 15 millones de dólares y abordando un tema tan importante como la trata de niños, ha recaudado más de 100 millones y aún no se ha estrenado en todo el mundo. Gran parte de su éxito se debe al viejo boca a boca, mostrándonos que una película puede tener un gran impacto sin necesidad de una gigantesca campaña de marketing. 

Lo que estos ejemplos nos enseñan es la importancia de mantener un equilibrio en la industria del cine. No se trata solo de empujar los límites de lo grandioso y espectacular, también es vital tejer historias conmovedoras, desarrollar personajes con profundidad y hacer películas que realmente conecten con nosotros a nivel emocional. 

Al final del día, las productoras que encuentren este equilibrio tendrán más probabilidades de prosperar a largo plazo. No es cuestión de rechazar la innovación o la evolución, sino de recordar que lo que más valoramos los espectadores en una película son las historias bien contadas y los personajes bien desarrollados. Eso es algo que deberíamos mantener, sin importar cuánto cambie el mundo del cine. 

Y, finalmente, recordemos que nosotros, los espectadores, somos quienes realmente decidimos qué merece ser visto. Demandemos más que puro espectáculo. Queremos historias que nos muevan, personajes que nos cautiven y tramas que nos hagan pensar. Nunca subestimemos nuestro poder para influir en la calidad del entretenimiento que consumimos.

Autor: 
Nestor Morera

Consultor en transformación digital. Se desempeña en labores de consultoría de confianza para la transformación digital, destacando por la empatía y el enfoque en el cliente, y por proporcionar soluciones innovadoras y efectivas que cambien vidas.

Fuente:
https://www.linkedin.com/pulse/solo-de-espect%25C3%25A1culo-vive-el-cine-un-llamado-la-rebeli%25C3%25B3n-nestor-morera/

La Mirada de HAL es un espacio de opinión sobre cine. El blog de Iribarren, como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, ofrece este medio para el planteamiento y la discusión de ideas con relación al séptimo arte. Sin embargo, las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad únicamente del autor.

Moonwalker


 

Moonwalker. Productora: Ultimate Productions; distribuidora: Warner Bros.; directores: Jerry Kramer, Will Winton, Jim Blashfield, Colin Chilvers; productores: Frank DiLeo, Michael Jackson, Dennis Jones, Jerry Kramer, Will Winton; guion: Michael Jackson, David Newman; música: Michael Jackson, Bruce Broughton; intérpretes: Michael Jackson, Sean Lennon, Joe Pecsi y otros. País: Estados Unidos. Año: 1988. Género: musical. Duración: 92 min.

Moonwalker es el resultado de la imaginación sin límites de Michael Jackson, una película que está conformada por una colección de segmentos llenos de efectos especiales, acción y mucha música. Soy tan fan de Michael Jackson como cualquiera que tenga sus discos pero este filme es realmente atrapante, el contenido visual y auditivo que nos muestra la película es alto y no se trata solo de un sueño dentro de la cabeza de Michael sino el trabajo de varias manos, con segmentos que se pueden separar pero esta vez se ensamblan para mostrarnos la vida de un artista que marcó una época y tras varios años de su muerte sigue dando de qué hablar. 

La película también es un reflejo del ego de un artista que la suerte lo hizo ser diferente, con una infancia perdida y recuperada, problemas de salud, dinero y amor que no le quitaron mérito a Michael para ser un ícono de la música y más.

 
La película como explicamos tiene varios segmentos o cortos dirigidos por diferentes cineastas pero todos basados en una historia concebida por Michael. En esta obra, Michael funge como productor, coreógrafo, músico y por supuesto protagonista, sin embargo, el trabajo de dirigir que es complejo, Michael lo deja en manos de cineastas profesionales; cosa que no hizo Prince en su poco exitosa Graffiti Bridge donde escribe y dirige un filme sin tener experiencia como cineasta. 

Michael mezcla en Moonwalker una antología de diversos videos, algunos ya vistos y otros realizados para la película que luego obviamente se convirtieron en videoclips, entre ellos, segmentos de sus presentaciones con sus hermanos hasta Thriller y Billy Jean (se recuerda que para el momento del filme Michael había estrenado su tercer álbum ya como cantante solista definitivo y realizó algunas grabaciones, entre ellas, la canción que forma parte del soundtrack de la película Ben). 

Otra parte de Moonwalker es un corto llamado Smooth Criminal, una fantasía de acción plagada de efectos especiales donde Michael interpreta obviamente a un cantante que está pasando un día libre con sus pequeños amigos (incluido Sean Lennon hijo del mítico John Lennon) que accidentalmente terminan descubriendo la guarida de Mr Big quien al descubrirlos manda a sus tropas de asalto a atacar a Michael. Nuestro protagonista inexplicablemente se salva del atentado después que al menos una docena de soldados armados con ametralladoras especiales (parecidas a las que se vieron en Aliens, el regreso) dejan como colador una calle completa. Finalmente, Michael escapa y luego lo que parece una estrella fugaz hace que Michael se trasforme en un carro espacial y bueno… la aventura incluye un viaje en el tiempo donde Michael aparece en una especie de taberna de los años 30 donde cantará el tema que le da nombre al segmento. 

El despliegue de efectos especiales y música es impresionante y todavía no envejece, además, las coreografías son espectaculares. Hay un segmento a manera de videoclip llamado Speed Demon, que hace un poco de referencia al acoso que sufre Michael por los fans. Otro segmento es Leave Me Alone donde Michael va por una especie de caverna montado en un proyectil sin alas mientras que se van mostrando publicaciones sobre su vida personal como el hecho de que duerme en una cámara hiperbárica, que compró los huesos del hombre elefante, que tiene un altar donde venera a Elizabeth Taylor (aquí se puede ver a la actriz en segmentos de sus películas más famosas), pero, el más conmovedor segmento es precisamente el principio de la película con el tema Man in the Mirror donde habla de la paz mundial. También vemos segmentos donde aparece la Madre Teresa, Nelson Mandela, John Lennon y claro, siempre intercalados con escenas de sus conciertos y fans cayendo desmayadas. 

El filme no tiene pies ni cabeza, es un derroche de efectos especiales, un autorregalo que se da Michael Jackson a su inflado ego, sin embargo, para mí cumple con divertirme una y otra vez; por si no se recuerda bien, una de las misiones del cine. 

No sé si atreverme a indicar las similitudes o alusiones de este filme a lo hecho por el legendario grupo musical The Beatles, algunas muy obvias, otras que hay que ver mejor; lógico que después de los cuatro de Liverpool, Michael Jackson es otro fenómeno mediático muy similar. Sin embargo, voy a mencionar que entre las imágenes presentadas está la de John Lennon, miembro clave de los Beatles, y muy relacionado con el movimiento por la paz mundial. Por otro lado, el segmento Speed Demon nos recuerda a la película Hard Days Night la cual habla precisamente del acoso de los fans que se hace imposible de evitar. También está el hecho de que Sean Lennon protagoniza Smooth Criminal como uno de los amigos de Michael y para rematar Michael termina cantando Come Together, tema clásico de los Beatles perteneciente a su último álbum grabado Abbey Road (aunque se lanzó de penúltimo antes de Let it be, que es más bien un soundtrack de la película del mismo nombre). Como todos sabemos Michael Jackson compró el catálogo musical de los Beatles pero curiosamente solo tomó Come Together para su uso musical personal, después tuvo que revender el catálogo por problemas financieros. 

El último segmento donde van apareciendo los créditos finales (donde por supuesto el nombre de Michael aparece no menos de diez veces) vemos un grupo de hombres afroamericanos cantando lo que parece un blues de antaño, Michael recuerda así sus raíces negras dándole el final a su filme o como muchos llamaron un videoclip de larga duración.

Autor: 
LUIS STEELHEART 

Licenciado en Administración de Empresas. Ha participado en diferentes actividades de cine-foro principalmente en el Cine Club Charles Chaplin y en la Biblioteca Pública Pio Tamayo, además de realizar colaboraciones en diferentes actividades de cine en los lugares antes mencionados y otras instituciones como la Universidad Simón Rodríguez, el CIECA, la UPEL y el Liceo Lisandro Alvarado. Steelheart es un cinéfilo y coleccionista de artículos relacionados con el cine. 

Fuente/Autor:
Cine Fantasía
https://youtu.be/WkM0nfEAnvc

El cine de mi colección es escrito por Luis Steelheart. El blog de Iribarren publica este espacio como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, sin embargo, las opiniones emitidas en él son responsabilidad únicamente del autor.



La rodilla de Tati



¿No sabíais que debo ocuparme 
de los asuntos de mi Padre? 
Lucas 2,49 

El Teatro del Sótano (*), regularmente, recibía grupos de estudiantes en horas de la tarde/noche. Se hacía entonces densa y misteriosa su atmósfera, motivo por el cual le recuerdo entre murmullos inexplicables así como indescifrables algunos pasajes que aun revuelven mis pensamientos. Uno de estos viene raudo a mi memoria, de cuando quise acercarme aun más a la investigación corporal. 

Fue así que propuse al grupo una búsqueda como la plantea Eugenio Barba, en secuencias de movimientos de naturaleza repetitiva, buscando un centro, un eje que, físicamente, diera con el torrente de la movilidad corporal, abarcando también lo emocional y lo mental: el muy deseado equilibrio. ¿Grandilocuente?... Al parecer, para Tati, participante del taller de teatro y estudiante de medicina veterinaria, fue más que eso, pues su impecable trabajo disciplinado, estético y sustancioso, removió cierto espectro favorito de lo profano en el teatro, para hacerse visible en momentos inesperados. Muy cierto es que Tati, preocupada en su búsqueda, seleccionó para su ejercicio de rutinas de movimientos, el muy conocido monólogo de la dramaturgia shakesperiana «Ser o no ser… Esa es la pregunta…» 

En la clase se plantea, para esto, el estudio corporal con incentivos rítmicos percutientes y el parlamento del personaje Hamlet se va ciñendo a la repetición de movimientos; es entonces cuando cierta anomalía abre surco en Tati, manifestándose con virulencia en las cercanías del estreno. De esta forma, cuerpo aparte, una descomunal inflamación en una de sus rodillas, aparece impidiéndole cualquier ejecución, por dolorosa e incapacitante. 

Necesitando armonizar esa rareza, me atrevo a preguntarle: ¿Tienes algún problema con tu padre? ¿Están de acuerdo en casa con tu participación en esta clase? Quedo atónita cuando los hechos me revelan un patrón mental de corte patriarcal en el cual la sombra del padre, al igual que en Hamlet, hace aparición en la alta torre de su cabeza medrando en dolorosa inflamación desde su rodilla derecha, mientras la voz del espectro va susurrando al oído: 

«esa bestia adúltera e incestuosa, con la brujería de su ingenio y con dádivas traidoras, -¡ah, perverso el ingenio y los dones que así tienen fuerza para seducir!- ganaron para su vergonzosa lujuria la voluntad de mi Reina, tan virtuosa aparentemente» 

Tati escoge el monólogo donde Hamlet, Príncipe de Dinamarca, se debate entre la lealtad que le ha prometido a su padre (víctima de la traición, que le impulsa a la venganza) y un escape de tan cruel sufrimiento. Hamlet quiere vengarse y al mismo tiempo desea librarse de tan agobiante compromiso; y Tati quiere obedecer a su casa y sus dictados, pero su naturaleza histriónica le grita que se libere. Mientras no toma una decisión, la rodilla vela reteniendo ardiente humor que no consigue cauce: 

«Ser o no ser, esa es la pregunta. ¿Cuál es más digna acción del ánimo: sufrir los tiros penetrantes de la Fortuna injusta u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darles fin con atrevida resistencia?» 

Reconocido como un héroe trágico, Hamlet es, según Ramos y Marimón, el personaje de la dramaturgia universal que más ha sido versionado y adaptado para el audiovisual, por encima de Hércules y Jesucristo. Desde los inicios del cine, en las primeras décadas del siglo pasado, hasta hoy, el estudio sobre este personaje hace que se le considere arquetípico en tanto representa la inquietud del ser humano frente a la muerte (esa gran desconocida) y la duda frente a la cordura, de cuya absoluta certeza nadie puede ser testigo, que en la humana condición los actos racionales van salpicados de la falta de juicio a la que nos conduce la emocionalidad y viceversa, la locura más extrema tiene sus destellos de luz razonable y entre una y otra la Verdad, aun extraviada, busca camino en el gran manicomio llamado Mundo. 

Denominada originalmente por su autor como La Trágica Historia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca nos refiere un género que, según Edward Wright, es la forma más antigua de dramaturgia y por tanto de escena: la Tragedia, de gran envergadura en su construcción, en donde se presenta a un protagonista de reconocida grandeza que lucha frente a obstáculos que le superan en fuerza y en rigor. El conflicto se plantea frente a los Dioses, frente a algún cuestionado linaje o frente al entorno, al ambiente. Retadora en modo superlativo para la realización cinematográfica. 

Versiones fílmicas interesantes y exaltadas con nominaciones y premiaciones son: 1) La versión protagonizada y dirigida por Sir Lawrence Olivier (1948 ByN) bastante fiel al texto original y de una belleza indiscutible. Esa lucha de opuestos: verdadero-falso, locura-cordura, vida-muerte, certeza-duda queda enfatizada en el trabajo de luces y sombras cuya realización la preserva como una gran obra de arte, alimentada con códigos muy teatrales y en la cual la actuación del protagonista es relevante en toda la producción. 2) En 1964, Grigori Kozintsev, director de origen ucraniano, realiza adaptación de Hamlet cuando se cumplían los 400 años de su publicación, proporcionándole a la cultura cinematográfica mundial una exquisita y fundamental obra de arte. 3) La versión dirigida y escrita por Franco Zefirelli (1990), con un reparto de actores muy reconocidos y cuya banda sonora estuvo a cargo del también reconocido Ennio Morricone. 4) La realizada por Kenneth Branagh (1996) quien la protagoniza y dirige 5) La versión hecha por Disney (1994): El Rey León, teniendo su base en Hamlet, transforma el género hacia lo dramático aminorando la sustancia trágica en el cambio de lo humano en felino y mezclando elementos argumentales de historias de personajes bíblicos cuyo impacto en las comunidades del continente africano, en términos sociológicos, es motivo de investigación, aun en estos días. 

Hamlet, como cualquier tragedia, somete al espectador a dos cosas: 1.-Compasión por quien sufre inevitablemente y 2.- Temor a ser alcanzado por una suerte semejante que deriva luego en la purificación o catarsis. El público puede experimentar, luego de ver una tragedia, una purga emocional, dado que en este género el o la protagonista vive la derrota que le conduce con posterioridad a un sitial de iluminación. 

Cuando las crónicas recogen que, en los inicios del cine, la crítica consideraba imposible llevar una obra como Hamlet a la pantalla grande, se entiende por la longitud del texto que da para más de 4 horas de montaje. También porque jamás se creyó en la posibilidad de tomar sólo lo que es esencial o que, de una obra compleja, profunda, llena de detalles, de contexto avasallante, pudiérase contar sólo una parte. Vemos así como, en el tema de las adaptaciones, la película vive sobre el cadáver de algún retazo importante del original. 

No obstante, es hermosa la tarea de presenciar esta obra de arte, primero escrita, representada y después filmada (en numerosas versiones), para luego cuestionar, analizar, hacer diferenciaciones conceptuales, técnicas, filosóficas entre el texto y la película. Contiene todo el disfrute que proporciona reconocer una historia con tantos matices, cuya carga simbólica es constantemente estudiada y referida en muchas expresiones de la cultura mundial; tan vigente que se le confiere especial lugar dentro de la literatura clásica y del séptimo arte, en donde lo más atrayente de este arquetipo «de la duda» para unos, «de la ambigüedad» para otros, es su cualidad de espejo, cuyo reflejo le demostró a Tati que jugando a representar ningún actor sale indemne, porque al interpretar un rol, quien actúa apuesta a decidir sin dudas, un salto al vacío que se ejecuta siempre como un acto de fe. En el caso de esta principiante, la resolución no fue diferente a la planteada en la obra de Shakespeare. 

Respecto al trabajo escénico referido al comienzo, a pesar de insistir en dos ocasiones, nunca se estrenó. Prevaleció el patrón familiar por el cual Tati sacrificó su gran talento histriónico y al igual que en la tragedia que nos ha ocupado, muere como Hamlet, sin reino, en el arrojo de preservar «el honor de su linaje», a la sombra de su padre. 

(*) Teatro de bolsillo que servía de aula para los talleres de ARTES ESCÉNICAS en la Dirección de Cultura de la UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO ubicada en Barquisimeto, Estado Lara- Venezuela.

Autora:
Francia Ortiz
franciazuleima@gmail.com 

Docente en Artes Escénicas. Actriz. Directora de Teatro. Especialista en Estudios Psico-físicos. Escritora, con acercamiento al guión de cine. Actualmente cursa estudios de Cinematografía en la Universidad Experimental de las Artes (UNEARTE) de Venezuela.

Bibliografía Consultada
GREENE, Liz. Astrología y Destino. Ediciones Obelisco. Colección Urania.- Barcelona España SHAKESPEARE, William. Hamlet.- Editorial Planeta. Barcelona España. Traducción de José María Valverde 
SHAKESPEARE, William. Obras Inmortales.- EDAF. Madrid España Traducción de Leandro Moratín RAMOS Jesús y MARIMÓN Juan. Diccionario del Guión Audiovisual.-Editorial OCEANO. Barcelona España 
WRIGHT, Edward. Para comprender el Teatro actual.-Fondo de Cultura Económica. México. Traducción de Marco Glanz. 

Habla McGuffin es un espacio de opinión sobre cine. El blog de Iribarren, como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, ofrece este medio para el planteamiento y la discusión de ideas con relación al séptimo arte. Sin embargo, las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad únicamente del autor.

Aún por celebrar


«Nunca tanta gente ha visto tanto cine como ahora. Pero nunca tan poca gente fue al cine». 
 Manuel Martínez Carril

Al día del cine venezolano, Iribarren Films me ha pedido, en plena celebración, que escriba un artículo sobre nuestro cine y, puede ser que, de inmediato, el aspecto histórico nos envuelva inevitablemente, puesto que en las fechas especiales la memoria acude a argumentar los porqués de la celebración. Pero la celebración misma corre por cuenta de cada uno con sus correspondientes significados. Al menos yo tengo una imagen del disfrute del cine compartido en cineclub, en cinemateca. Tengo la secuencia de un Pancho Pérez repartiendo volantes en el boulevard universitario convocando a los estudiantes a la función del cine en la UCLA, luego una voz desde un megáfono invitando para la película en el Auditorio Ambrosio Oropeza de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y finalmente el disfrute de tantas obras maestras, cuya comprensión, en algunos casos, pasaba por el tamiz de un buen foro al final. 

Bien vale recordar la derivación que tuvo esto en días posteriores, en la misma década de los años noventa, con el florecimiento de un movimiento de clubes en cada núcleo universitario y en diferentes programas académicos de la citada universidad cuyo resplandor, aunque menguado hoy, se desplaza meritoriamente hacia otros proyectos de extensión universitaria de la mano del mismo Pancho Pérez con gran impacto en comunidades educativas y vecinales. Este recuerdo respecto al cineclubismo me obliga a nombrar al Cineclub Aquiles Nazoa cuyo origen, también universitario, data de 1984 y hasta hoy, he visto a Libia Rodríguez, su fundadora, en un trabajo sostenido por mantener esta forma de difusión de obras cinematográficas que es también una fuente formativa. Tengo la imagen de Guillermo Chávez y su extraordinario apasionamiento que de manera arrolladora va conquistando adeptos para hacer realizaciones casi de la nada y que resulta al fin y al cabo una gran escuela en donde otros tantos somos asimilados o militantes. Cargo entre mis apreciaciones montones de festivales de cortometrajes impulsados desde diferentes iniciativas por Iribarren Films y por el Centro Integral de Estudios de Comunicación Audiovisual CIECA con Isabel Cristina Caroto al frente; este último con el reconocido Festival de Cine de Barquisimeto (hoy por hoy en receso). Observo entonces, a lo largo del tiempo, un sostenido empeño por darse una oportunidad para el encuentro y que es herencia de una época degustadora del cine de otras latitudes a través de las embajadas de un sinfín de países y las comunidades buscaban, en el evento de aproximarse a estas producciones, su manera de reconocer a otros pueblos: ciclo de cine indio; ciclo de cine árabe; ciclo de cine francés; ciclo de cine alemán; ciclo de cine argentino; ciclo de cine cubano y así, muchas horas de vuelo. Y a esta parte de la cosa fílmica va mi homenaje. 

Del cine, más allá de su génesis en nuestro país, quiero referir su desarrollo. En su evolución fue llevado de la mano de instituciones importantes para los usuarios, cinéfilos, como han sido las salas de la Cinemateca y los cineclubes; creo que sin esta forma de difusión mucho menos se habría logrado frente a una industria extranjera avasallante, junto a la ausencia de leyes y apoyo por parte de organismos gubernamentales que fue el pan nuestro de cada día en el pasado siglo XX. No obstante, es el cine un arte que por excelencia identifica este tramo de la historia en el cual se levantó toda una cultura con grandes obras cinematográficas, salas diseñadas y acondicionadas especialmente para su degustación, supo entonces institucionalizar a su paso otra forma de mercado muy «sui generis». Y es que, en cuanto a consumo, realizando un parangón del arte cinematográfico con otras expresiones artísticas, al decir de Manuel Martínez Carril, crítico de cine y periodista uruguayo, ciertamente las películas son ejemplares o copias de una obra original, exactamente igual que los libros contienen literatura y son reproducciones de lo que alguien escribió; igual con la música respecto a discos que constituyen copias de la ejecución de una partitura. Pero existió desde siempre una diferencia: un libro, un disco van hacia el usuario directamente; el lector, la melómana, disfrutarán teniendo en su poder una copia de este bien, llámese libro o disco. 

Pero, ¿cómo podría resolverlo en aquellos años cincuenta o sesenta aquel que, aficionado a las películas, no disponía de esta opción? En la primera mitad del siglo XX y más, para disfrutar de una película el cinéfilo corriente tendría dos alternativas en sala: el cine comercial, con su menú de copias de películas fundamentalmente hollywoodenses o mexicanas, o ir a una sala de la Cinemateca o al cineclub en donde sí podría tener acceso a la proyección de cine de arte por algún tiempo, porque, en esto también era grande la diferencia, las copias al cabo de un tiempo deberían ser devueltas a quienes ostentaban el derecho de difusión y que luego, como copias, podrían ser destruidas. 

En aquel tiempo, ningún particular, ningún museo, ninguna biblioteca pública podía conservar copias de los filmes y tampoco ninguna reproducción en video o similares ya que de esto trataba el contrato que sostenía la difusión de la obra fílmica. De alguna manera las cinematecas hicieron frente a ese holocausto cultural, desde su creación en Europa a finales de la década de los 30. En Venezuela, la Cinemateca Nacional fue creada como otras en nuestra América por la necesidad de poner orden donde no lo había, es decir, preservar todo filme que había escapado del incendio y del machetazo, o que hubiere caído en el abandono y posiblemente en el deterioro. 

Este movimiento de cinematecas, cuyo inicio se dio en la década de los 60, impulsó con este propósito, el que los países fueran rescatando y protegiendo sus propias producciones fílmicas y no como podría haberse creído en la primera mitad del siglo XX, que esta preservación iba a ocurrir por manos de particulares. El espíritu con el que fueron creadas las cinematecas entonces, puede hablarnos ciertamente de la memoria, pero también del conocimiento de este llamado séptimo arte y de su apreciación estética o técnica. 

La cinemateca, como institución cumple un rol patrimonial y educativo, no obstante la diversificación de las tecnologías, que comenzó con la «democratización» del video o su imposición y determinó en la década del 90, frente a la distribución de mucho producto mediocre, la difusión en espacios alternativos del cine de calidad. Hoy podemos disfrutar en mucho de lo producido en el pasado y lo que se viene produciendo en diferentes formatos, gracias a las páginas especializadas que circulan por innumerables portales de internet, solamente armándonos de buen criterio. 

En Barquisimeto, la red de cineclubes, con un maestro como Juan Arcadio Rodríguez al frente, hizo profilaxis desde décadas anteriores y se pudo soportar esa avalancha audiovisual, estableciendo una inequívoca atmósfera muy propicia para la participación de la comunidad y la obligatoria manifestación de pareceres, opiniones e impulsos para el trabajo creativo, es decir, la parte formativa como espectadores en cuanto a ser críticos o permisivos frente a la enajenante industria del video que, muy empoderada, pudo colar altas dosis de lo superficial o banal en tantas de sus producciones. 

A la fecha, la realización cinematográfica va encaminada cada vez más hacia el uso de tecnología electrónica, en donde existen programas para la edición de imágenes y sonido que son accesibles al común de la gente, cuando la digitalización es en sí misma una forma de preservación y los cineastas acuerdan renunciar a la proyección en salas de cine para hacer circular su material por las redes, nos siguen atacando las mismas dudas e incertidumbres porque el descubrimiento de la condición humana y su trascendencia no es competencia de ningún recurso industrial, ni artesanal, sino más bien de lo que nos sea revelado como grupo, como seres en constante interacción y evolución. 

En ese contexto el cine venezolano, va empujando hacia adelante, ya provisto de algunas regulaciones, de cierta institucionalización y respaldo con políticas (unas más acertadas que otras), reclama que tanto sus realizadores como su público hagamos el ejercicio constante que es recordar sus orígenes y en nuestro estado Lara considero dos íconos fundamentales: 
1) La imagen de Amábilis Cordero: cineasta, fotógrafo, pintor, poeta, músico, guionista y pionero del cine, es un ejemplo a seguir. 
2) La herencia recibida por Juan Luis Rodríguez Camacho que es incuantificable en su valor intelectual y cultural con un proyecto como el Cineclub Charles Chaplin gestado décadas atrás y ante el cual la comunidad tiene una deuda, por no haber sabido defender ese espacio; también tendrían mucho que explicar desde la «prestigiosa» institución donde funcionó hasta 2018 cuando dijeran sin escrúpulos: Bye, bye Jhohny!… Je ne sais pas, Charlot!… sin ningún argumento original o que valga la pena de ser narrado y sin la más mínima consideración de lo que puede considerarse como un patrimonio de la ciudad y del estado Lara. Hasta hoy se le ha exigido a ese colegio de profesionales la devolución de los equipos, sin ningún éxito. 

Es momento entonces, en que se nos convoca a recuperar espacios perdidos para alumbrar esa forma muy humana que es la de recrear tiempo-espacio donde encontrarnos para compartir una buena película, por ejemplo, que además nos remueva el alma y nos incite a la palabra, nos inspire a romper con las formas, nos lleve por caminos de ser por nosotros mismos. 

Es tiempo de insistir, ahora con más fuerza, habiéndose establecido en Barquisimeto la Licenciatura en Artes Audiovisuales, mención cinematografía, dentro de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, en cuyas filas estaría el germen de una visión y propuesta alternativas para el cine venezolano desde donde se abra el debate para la inclusión de normativas que apunten a la verdadera democratización de los recursos del estado y se apunte a la inversión para el fortalecimiento de la cultura cinematográfica nacional que propenda al desarrollo de circuitos alternativos. También se puedan crear con su correspondiente regulación, fondos regionales que participen en la asignación de equipos y recursos de diferente índole que incluya el apoyo a la producción, la realización y la difusión. 

Otro aspecto pendiente: la definición de la figura del «difusor cinematográfico» y la definición de «espacio o sala alternativa» ya que si estas no aparecen en la ley y en el reglamento de cine nacional, seguirá siendo muy cuesta arriba el camino para quien quiera realizar cine independiente de exhibidoras extranjeras o del Estado venezolano, pues al no existir jurisprudencia al respecto no hay forma de que los interesados se muevan frente a la administración pública o privada con acierto hacia la elaboración de políticas que beneficien y dignifiquen su quehacer, mucho menos el que se establezca alguna plataforma que apuntale el desarrollo de la cultura cinematográfica en nuestro estado. 

Ese vacío legal que toca también a las exhibidoras privadas, por cuanto se les asigna, casi sin ninguna regulación, la tarea de exhibir lo producido en el país, multándolas con muy poca cosa si no lo hacen. Pero a las compañías les resulta mejor negocio pagar la multa al estado venezolano y recibir los cuantiosísimos ingresos que pagan las trasnacionales del cine mundial con tal de disponer en forma exclusiva de las salas… y todo arreglado.  
 
En el 2015 se lo hicieron al documentalista Carlos Azpúrua quien denuncio ante la prensa «que no estaban colocados los afiches, que la película no estaba programada en las carteleras electrónicas y que se informaba que las funciones estaban agotadas para no vender entradas». 

En 2013, el cineasta Luis Alberto Lamata denunció irregularidades en la proyección de Bolívar, el hombre de las dificultades llegando en algunos casos a la suspensión de las funciones. Pero esto se queda, lamentablemente, en la denuncia, y ¿saben por qué? Entre otras cosas, es porque no hay espacios alternativos para nuestro cine, el vacío legal trunca los caminos para generar nuestras propias exhibidoras, es decir, la difusión de lo hecho en Venezuela, mientras imposibilita también las sanciones ejemplares que merecerían quienes están llamados por ley a difundir nuestro cine y no lo hacen. 

Entonces el día del cine venezolano está aún por celebrarse; en la creación de una nueva ley de cine que integre estos puntos y otros tantos, que otorguen justicia al oficio cinematográfico y en ese empuje vayamos participando sin distingos en la realización de un proyecto de pasión que nos abarque como una sola fuerza en construcción constante, que sea como el devenir de la semilla que, siendo portadora de energías encontradas, en su lucha, tiene como resultado una nueva planta, cuya heroica fertilidad trasciende su propia hazaña para ir al mejor de los festivales: la vida. 

Autora: 
Francia Ortiz González

Docente en artes escénicas jubilada de la UCLA. 

La Mirada de HAL es un espacio de opinión sobre cine. El blog de Iribarren, como una contribución al desarrollo de la cultura cinematográfica, ofrece este medio para el planteamiento y la discusión de ideas con relación al séptimo arte. Sin embargo, las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad únicamente del autor.